Hazlo así de delicioso, con ingredientes naturales y saludables.
Lo esencial para conseguir un buen helado es tener una base que aporte cremosidad. Esta puede conseguirse a partir de frutas con mayor proporción de almidón (como el plátano, el albaricoque o la papaya) o incluso a partir de patata. Aunque parezca extraño, la patata congelada aporta una textura muy cremosa, y tiene un sabor bastante neutro (adquiere el sabor de los ingredientes que se le añadan), con lo cual es perfecta para mezclar con cacao, frutos secos, dátiles, yogur… y hacer un helado dulce y cremoso.
Aunque si queréis una auténtica bomba de nutrientes (vitaminas, minerales, antioxidantes…) os recomendamos una base de fruta congelada (por ejemplo papaya) combinada con otra fruta (como piña o frutos rojos) y alguno de los ingredientes que nos ayudan a que la textura sea más suave, como aceite de coco o yogur griego (por su contenido en grasas) El resultado: sabor tropical, dulce pero refrescante y rica en ácidos grasos esenciales. Nada que ver con los helados industriales.
La fruta es mejor comprarla fresca, dejar que madure, cortarla y congelarla en recipientes (preferentemente reutilizables). De esta manera nos aguantará mucho tiempo y saldrá el helado perfecto (nunca preparéis con fruta fresca y después congeléis porque el resultado no será el mismo)
Aunque hay que tener en cuenta algo muy importante, y es que necesitamos una batidora que pueda picar hielo o tenga bastante potencia. Si al prepararlo se descongela un poco, podéis meterlo unos 10-15 minutos más al congelador, pero no conviene dejarlo mucho más tiempo ya que puede quedar demasiado duro.
Hay que tener en cuenta que estos helados no sustituyen las raciones de fruta y verduras que se recomienda consumir a diario. No obstante, según con qué los elaboremos pueden ser de consumo habitual en estas fechas más calurosas. Si por el contrario decidimos consumir helados industriales o más procesados, su consumo sí que debería ser más ocasional.
Como siempre decimos, lo más importante es disfrutarlos y nunca perder la base saludable de nuestra alimentación, además de cuidar otros hábitos como nuestra actividad física y descanso.